
Nuestras emociones tienen una gran influencia en nuestro día a día, en muchas ocasiones cuando experimentamos una determinada emoción está puede influir en lo que pensamos y en cómo nos comportamos.
Cuando nuestros hijos o hijas están viviendo situaciones de amenaza o estrés tiene la tendencia a buscar protección en el adulto. La relación que tenemos con nuestros hijos, el tipo de apego que tengamos se convierte en un espacio para la regulación.
Cuando ayudamos a nuestros hijos a regularse emocionalmente, manejamos como adultos las distintas situaciones de estrés que presentan los niños/as de una manera adecuada, de modo que, el niño/a disminuye el estrés, desarrolla una forma de afrontamiento ante las situaciones estresantes, y, como consecuencia, le genera un sentido de seguridad emocional.
Por Nuria Villarroya Campos.